La llorona es un ánima que se hace presente
por todo el territorio nacional y existen diversas versiones regionales. Es una
espectro acongojada, necesitada de exteriorizar sus penares, propensa a
perturbar el sueño de los lugareños con su llanto. Cuando aparece en el pueblo
de Patagonia Facundo, lo hace flotando desde las alturas de la barda que nace a
espaldas del pueblo, vaga por las calles y se adentra en los patios. Algunos le
temen por la lógica aprehensión que provocan las ánimas en pena, y hay quienes
se apiadan de su padecer. A veces es ella la que llora, dicen que por un hijo
perdido. En otras ocasiones es el bebé
que lleva en brazos. Al amanecer retorna a las alturas de la meseta,
donde se tiende el camposanto del pueblo. Detrás deja un reguero de personas
somnolientas.